Pintaba de algún modo tan fuera de su raya,
pero pintaba tan comprometidamente!
que los dioses le guiñaban un ojo.
Las vírgenes, a su nombre las uvas.
Los Santos, a su nombre sus antojos.
El aseguraba que no estaba donde estuvo.
No podía mentir, tampoco podía jurar.
Las aguas lo cubríeron, tanto
que los peses flotaban en el aire
y el cielo, se confundía con el mar.
Dice que probó mas de lo pensado
y mucho menos de lo deseado.
A Dios, lo encontró sentado sobre la Luna
mirando con soltura las pérdidas...
de tiempo en rezos y koanes,
en hachís, cocaína y meditaciones.
En las partidas dadas por perdidas,
por falta de verbos en las oraciones.
Vas a creerle al descarado!
volvío con la hoja en blanco por mensaje.
La tabla de Moisés resultó ser un huevo,
o la gallina, sabrá Dios quien fue primero!
De a ratos, ya no le reconocía el traje.
A tal punto, que el punto final
son los puntos suspensivos
que acaban por agonía.
Las comas que pecan por exesos
y la santa rutina, por exesiva.
A falta el pan..., sobren los besos.
-El Farabute-